Hemos vuelto a la cocina de batalla. Después de las deconstrucciones y de platos imposibles con humo y flores, la tendencia vuelve a ser lo de siempre. Y la prueba es que los ingredientes de toda la vida se han incorporado a todo tipo de menús. Y lo han hecho con éxito. Las rutinas vuelven a ser la de visitar el supermercado para hacer un menú especial en vez de aprovisionarse de un avituallamiento ingente para todo el mes.
Nos vuelve a apetecer darle gusto al paladar y hacerlo dentro de una alimentación saludable. Y qué mejor que con nuestras propuestas culinarias para disfrutar de los sabores de los alimentos que mejor ponen en forma a nuestro organismo echando el freno a lo loco a las calorías. Las legumbres siempre han estado presentes en todas las casas. A finales del siglo XX empezaron a perder fuelle y ya no se llevaba tanto eso de cocinar garbanzos, habas o lentejas. Alimentos más “chic” inundaban las cocinas, pero no eran mejores que las legumbres nutricionalmente hablando. Porque en realidad las legumbres son una fuente inestimable de proteínas (de origen vegetal), fibra, minerales y vitaminas.
Y no solo eso, sino que su versatilidad gastronómica ha resultado ser mayor de lo que imaginábamos. Porque ve a decirle tú a alguien hace 100 años que los garbanzos se usan para una ensalada. Sin embargo, la combinación de las legumbres con verduras y hortalizas es un plato perfecto para una dieta de control de peso, ya que su alto contenido en fibras favorece el funcionamiento del organismo y nos causa una mayor sensación de saciedad, reduciendo sustancialmente la acumulación de grasas. Claro que no serás la primera persona a quien le surge la duda de “¿y los gases?”. Porque claro… mucha alubia, mucho garbanzo y luego viene la mascletá valenciana. La solución parece estar pasada por agua.
Conviene poner las legumbres a remojo y lavarlas antes de cocinarlas. Al propio cocinado, sumado con la acción del agua del lavado y el remojo, contribuye el efecto bomba de las legumbres. Nosotros también te vamos a dar nuestro pequeño truquito para evitar estas “molestas flatulencias” causadas por las legumbres. La combinación de este alimento con especias y hierbas aromáticas permite una mayor digestión y evitan este tipo de problemas. Prueba con tomillo, laurel, hinojo o comino. Dicho esto, vamos al tema.
Receta de garbanzos con aguacate.Las legumbres tienen muchos usos en cocina y los garbanzos son un claro ejemplo de ello. Desde un contundente guiso, hasta los garbanzos de unos callos, o un delicioso hummus para picotear en cualquier momento, esta legumbre se presta a ser un excelente ingrediente en una receta de ensalada como la nuestra; una vuelta de tuerca a alimentos de toda la vida en mezclas que te sorprenderán. Tiempo de preparación: 10 minutos Cocción garbanzos: 1 hora y media Dificultad: media
Ingredientes para 2 personas.
- 400 gramos de garbanzos
- 1 aguacate
- ½ cebolla
- 2 tomates
- 1 lata de atún
- ½ cogollo de lechuga
- AOVE
- Zumo de ½ limón
- Pimienta negra
- Sal
Cómo hacer ensalada de garbanzos y aguacate
Pon los garbanzos a remojo la noche anterior. Entre 8 y 12 horas serán suficientes para que estén listos.
En una olla, pon a hervir agua abundante con 1 o 2 hojas de laurel, para darle un toque aromático a los garbanzos que les vendrá fenomenal en la ensalada (y van bien con lo de los gases, no se te olvide). El agua tiene que ser abundante y cubrir sobradamente los garbanzos.
A fuego fuerte, retira con una espumadera la espuma que se forma por encima. En unos 5 o 6 minutos ya debería estar listo y no espumar más. Mantén entonces el fuego bajo y deja que se cuezan con la olla tapada aproximadamente 1 hora y media.
Mientras los garbanzos se hacen, puedes ir preparando el resto de los ingredientes. Corta el aguacate en dados de un par de centímetros y haz lo mismo con el tomate . La lechuga la cortas en juliana fina para darle un toque crujiente a la ensalada.
Una vez listos los garbanzos y ya fríos, añadimos los ingredientes troceados y escurrimos una lata de atún para incorporarla también. Corta la ½ cebolla en brunoise y añádela por encima, mezclando todo bien y salpimentando. Alíñala a gusto con un generoso chorro de aceite de oliva y el zumo de medio limón